martes, 27 de julio de 2010

Si vivo en la prehistoria y yo sin saberlo...

Yo, chica ingenua e ilusa por naturaleza, pensaba que ya estábamos viviendo en el siglo XXI, ese en el que ya por fin la evolución permitía que los comportamientos machistas y anticuados fuesen eso, algo anticuado. Un siglo en el que no se generalizaba, sino que se juzgaba a cada persona como individual, dependiendo de su comportamiento y no de lo que se supone que debe ser por el simple hecho de nacer hombre o mujer.

Pues bien, resulta que estaba equivocada. ¿Que cómo me di cuenta? 

Iba yo ayer por la mañana con mi coche y mi Señor Esposo de vuelta de llevar a mi hermano pequeño a la academia, por la avenida San Franciso Javier (para las que no sois de Sevilla, una avenida normal con sus tres carriles bastante transitada, pues hay un centro comercial y el mismísimo estadio Ramón Sánchez Pizjuán).

A lo que iba, que estaba yo conduciendo por mi carril cuando veo que un coche, con el intermitente a la derecha, realiza un giro brusco hacia la izquierda, estando a punto de no sólo invadir mi carril, sino de empotrarse con mi coche. Pensando que no me ha visto, le pito levemente para que pare y no tengamos un porrazo. El señor me contesta con otro pitido y mi Señor Esposo le enseña una bonita peineta.

Pero no queda la cosa en esto. Se me pone el "energúmeno" (porque cuando termine la historia veréis que no tiene otro nombre) al lado en un semáforo y comienza a hablar con mi Señor Esposo, obviando mi presencia y haciendo como si yo, la conductora, no pintase nada en la historia.


-Bah, paso de estupideces, que hablen lo que quieran- pensaba yo, hasta que una frase me saco de mi tranquilidad y pasotismo:

-Es que claro, ya se sabe, las mujeres conduciendo se ponen histéricas-  Os juro que si no fuese por el efecto del cinturón hubiese sacado todo el cuerpo por la ventanilla del copiloto. Pero como una es señorita después de todo, me limité a decirle que bueno, que a diferencia de él yo sí tenía educación, cosa que está claro que le faltaba al señor energúmeno. En ese momento ya me di cuenta del problema. Solo había que ver al Energúmeno: Unos 40 y pico, pelo canoso peinado al estilo Briatore, camisita rosa muy cara y moreno algo sospechoso. Es decir, el típico con la crisis de los 40 y pico que necesita desprestigiar a las mujeres para sentirse muy hombre. 

Y nada, como el Energúmeno seguía repitiendo la frasecita hablando con mi Señor Esposo (porque claro, yo, mujer, soy un ser inferior que no debe interferir en conversaciones de hombres) le dejé la coletilla:

Claro Señor, la próxima vez seguiré para que usted se empotre contra mi coche y encime me pague el arreglo entero ¿Le parece?

Ahora que lo pienso en frío, quizás debiera haberle partido un cristal, total, las mujeres nos ponemos muy nerviosas, ¿verdad?

Besos

3 comentarios:

Raquelita dijo...

áaaaaaaaaaarg!!!estas cosas me ponen de los nerviosss!!!1

BlogHera dijo...

Me han entrado ganas de romperle el coche, y eso que yo no soy agresiva jajaja. Qué pena que a estas alturas aún siga habiendo energúmenos que piensen que las mujeres somos seres inferiores a ellos,pobrecitos!
Besos.

Cristina dijo...

Hola guapa,
Yo creo que hiciste bien, al final y al cabo no perdiste la compostura, que es lo más importante. Si la hubieras perdido, el energúmeno hubiese tenido excusa para llamarte "histérica". Y gastar energía y saliva con alguien que tiene el encefalograma plano es innecesario. ;)
Un beso fuerte!
Cristina
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